El pasado domingo 15 de septiembre, el histórico parking de Kottbusser Tor se transformó en un cuerpo resonante. Durante 60 minutos fuimos testigos de un concierto de música de mobiliario. Lo concreto enmarcando el espacio, el tiempo y el sonido. Los ‘no-lugares’ de Marc Augé se llenaron de la musique concrète del percusionista Eli Keszler en el marco del ciclo Disappearing Berlin.
La música de mobiliario es básicamente industrial. La costumbre, el uso, es hacer música en ocasiones en que la música no tiene nada que hacer. Queremos establecer una música que satisfaga las ‘necesidades útiles.’ La música de mobiliario crea una vibración que no tiene otro objeto; desempeña el mismo papel que la luz y el calor en todas sus formas…”, — Erik Satie en una carta a Jean Cocteau.
La necesidad útil de un edificio residencial de estilo brutalista o de un parking insertado en un barrio de la ciudad, no son más que eso: espacios útiles con una razón práctica para su existencia. La disonancia y deconstrucción sonora que presenta Keszler en sus directos y, especialmente, en su último disco Stadium (2018), resultaron los sonidos perfectos para inducirnos en esta suerte de hipnosis colectiva.
Lo mundano siguió moviéndose al ritmo de lo mundano. El sonido minimalista de Eli —entre sampleos y toqueteos delicados de las piezas de su batería—, fue la banda sonora de nuestro día a día. La batería se convirtió, también, en mobiliario, y los espectadores mutamos y fuimos cuerpos resonantes. Keszler musicalizó su parking-escenario y llenó de renovado sonido la vida de los vecinos de un edificio de concreto.
Un espacio residencial brutalista que nos recordaba a la Alemania del Este, con vecinos que se asomaban curiosos por sus ventanas o que caminaban entre los pasillos-venas de esa masa enorme de concreto. Era un domingo cualquiera que se diferenció de otros gracias a un delicado rechinar, a una melodía afilada de fondo que semejaba al sonido de las llaves al abrir la puerta o al de los cubiertos cuando chocan mientras comemos. La experiencia cotidiana convertida en excusa artística, en oportunidad para disfrutar del virtuosismo del norteamericano.
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“La música de percusión es revolución”, afirmó John Cage en un ensayo de 1939. Y para los efectos de esta tarde de domingo, la percusión se convirtió en el clamor de los no-lugares, de los silencios incómodos, del mobiliario sin rostro. En esta ocasión sirvió de himno para los espacios simbólicos de la ciudad, reclamando su valor y su historia.
Ese domingo Kottbusser Tor dejó de ser un parking, así como su vecino grandioso dejó de ser concreto, y ambos se convirtieron en algo más que espacios de utilidad, fueron fuentes de música, de luz, calor y confort en todas sus formas. Presenciamos a Eli Keszler interpretando música de mobiliario y fuimos felices por espacio de una hora.
Sobre Disappearing Berlin
Berlín es una ciudad que se transforma constantemente. Es un ente que se alimenta de su historia para reinventarse, –y que evita ser definido por su pasado, su presente o su futuro–, aunque su identidad no se trata de una careta sino del carácter incuestionable de la capital alemana. Desde su reconstrucción y separación, después de la Segunda Guerra Mundial, la ciudad ha dado espacio a una dicotomía arquitectónica e ideológica.
Disappearing Berlín se enfrenta a la pérdida de la historia y de la cara que actualmente está transformando a la capital alemana. El proyecto ha seleccionado algunos de los espacios urbanos y arquitectónicos más singulares de Berlín, —y que actualmente están en riesgo de desaparecer—, para enmarcar su programación de conciertos y performances en directo.
Una antigua piscina de la RDA, un parking, una disco de antaño, torres de oficinas de los años 70 y 80, una planta de energía, edificios brutalistas, –lugares donde las diferentes épocas e ideologías que Berlín ha vivido durante los últimos años se han inscrito y manifestado. ‘Disappearing Berlin’ se enfrenta a la pérdida de la historia, pero mira hacia adelante al hacerlo, tal como Einstürzende Neubauten lo advirtió en su momento: ‘Los nuevos templos ya tienen grietas (…) Son sólo ruinas futuras, material para la siguiente capa.”
Disappearing Berlín es un proyecto que tendrá un año de duración. Es presentado por el Schinkel Pavillon y cuenta con el apoyo del Hauptstadtkulturfonds (Fondo de Cultura Capital) y Spartenoffene Förderung de la ciudad de Berlín.
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