@leofernandezz
«No podemos seguir hablando de constructivismo con una praxis de transmisión memorística»
Luz Salazar»
He visto en distintas publicaciones recientes a través de las redes, que varios de mis amigos, colegas o conocidos en el mundo Dj venezolano, han levantado su voz por una tendencia que si bien ha existido toda la vida, se recicla y tiene un nuevo auge: la opinión crítica. Algunos de ellos se declaran a favor de las mismas, siempre y cuando sean constructivas; otros simplemente las descartan, pues consideran más efectivo proponer que opinar.
Yo soy un autocrítico nato. Pueden notarlo en mis artículos anteriores, donde he hablado acerca de volver a la raíz (Back to the Roots) y los agentes diferenciadores (Un Concepto Diferente), los cuales recomiendo que lean y sirvan de complemento a lo que a continuación manifiesto.
Este espacio de opinión se llama BEPE EMES, una lectura literal al castellano de las siglas BPM (Beats por Minuto), presentes en absolutamente toda la atmósfera de la música electrónica y que se utilizan como unidad de medición para definir la velocidad temporal de un track a partir de los golpes del kick o bombo. De ahí el nombre, busco orientar al lector para comprender el panorama electrónico nacional como si de un instrumento de medición se tratara.
Pues bien, hace poco leí un ejercicio de opinión en España titulado:
Aunque el texto resulta más bien inclinarse hacia la comedia, hace un llamado de atención bastante crítico hacia un fenómeno que bien podría servir como una teoría explicativa al por qué de muchas interrogantes que pululan en la actual escena electrónica global y venezolana obviamente. Entre ellas, quién o cómo se define el performance real de un Dj o productor de música electrónica en Venezuela.
El peso de la presentación de un Dj o productor no debe medirse por el manejo de varios equipos y dispositivos simultáneamente, o qué tan actualizado sea su setup, o en qué sellos licencie sus temas, donde se presenta frecuentemente, la cantidad de entrevistas, premios recibidos, convocatoria, seguidores en redes sociales, o impresiones de su nombre en los buscadores de google.
Una de las principales flaquezas que posee nuestra actual escena, es que se está omitiendo casi totalmente la experiencia adquirida de los Djs, productores o promotores, y todo lo que ella envuelve, incluso del mismo público.
El relevo está anulando todo el proceso que conlleva mantener una carrera de años como Dj o productos con sus éxitos y tropiezos, superando frustraciones, decepciones, disfrutando los breves pasajes de fama cuando todo sale bien o lamentando el sinsabor de no conseguir lo que se quiere en poco tiempo. Y lo está anulando porque lo desconoce. Siente que no le ha hecho falta y los promotores y el público en general terminan percibiendo lo mismo.
Es bastante común en nuestro país, ver a Djs o productores con muy poco tiempo en el ruedo pero con el manejo de una buena convocatoria, motivar a los promotores a colocarlos al lado de algún artista internacional, con la premisa de que es el “más calificado” para hacerlo. Incluso en pequeñas fiestas o reuniones, se anuncian como los headliners o artistas principales junto a otros talentos ya considerados “old school”. Los indicadores considerados apuntan más a las impresiones actuales del nombre en las redes que a la propia puesta en escena.
En ambos casos el resultado es bastante evidente y notorio:
El primero se caracteriza por una imagen bien cuidada, con un repertorio musical por lo general actualizado, sesiones precisas y perfectamente mezcladas y con un setup sencillo pero actual, tecnológicamente hablando. Sin embargo, carece de lectura de la pista, de conexión con el público, de coherencia en su desarrollo musical y pocas veces está preparado para equipos de marcas distintas a las acostumbradas o formatos tradicionales.
Mientras tanto el otro lee la pista con facilidad, disfruta el momento y traslada la sensación al que lo oye, desarrolla una sesión coherente y deja su marca impregnada en la piel de quien se conecta incluso con los errores y desfases que pueda cometer en el camino. Además puede desenvolverse sin problema con cualquier formato o equipo y salir ileso.
Eso no significa que los nuevos talentos no puedan demostrar potencial artístico o dominio de lo anteriormente mencionado. En Venezuela como ya he dicho en el pasado, somos privilegiados porque es común conseguir personas talentosas en cualquier esquina.
El origen de esta disparidad radica en la Educación que brinda el tiempo a cada uno de ellos. Justamente lo que está anulando la generación de relevo.
Aunque este problema se repite a nivel global, en Venezuela hace falta rescatar urgentemente el aspecto educativo de nuestra escena y de nuestro país en general. Y no me refiero a la parte académica, teórica o que necesite de metodología de la investigación.
La educación de la que hablo viene del tiempo que hemos tenido para aprehender. Para ponerlos en contexto rápidamente, aprehender (con h) tiene que ver con “atrapar” el conocimiento de modo significativo, haciéndolo propio de modo duradero, y no solamente para lograr aprobar un examen o pasar de curso, lo cual sí puede entenderse como aprender. Por ahí va la cosa.
Con el tiempo de vida, se adquieren distintos valores y conceptos como el respeto, la paciencia, la humildad, el trabajo duro, la perseverancia, reconocerse, la capacidad de asombro, disfrutar, errar, etc. Son tantos los puntos que envuelve la educación temporal, que haber vivido el pasado, conocer la historia y saber las técnicas no tendrían sentido sin el hambre por el gusto, la admiración por lo colectivo, la curiosidad por el sonido, por el cuerpo humano, por la belleza del error. Detalles que solo pueden ser posibles gracias al tiempo que tenemos para curtirnos en algo, en este caso en la música electrónica.
¿Debemos concluir entonces que sólo los que tengan una vasta trayectoria, deben ser las columnas que sostengan la escena actual? No necesariamente.
Pero reconocer que hay que trabajar fuertemente, para que las generaciones de relevo desarrollen pasión por lo que hacen o siguen a medida que crecen, es un buen comienzo. Es necesario que las generaciones vigentes y las venideras, valoren la educación que el tiempo nos brinda a todos por igual. Es un trabajo difícil y cuesta arriba, porque cada vez hay que hacer menos esfuerzo para conseguir las cosas. Sin embargo eso no debe significar un impedimento, mucho menos si comenzamos por el único lenguaje que nos une a pesar del tiempo: La Música.
Asistir masivamente a la convocatoria de nuestros promotores o artistas favoritos se han convertido en la nueva distorsión del concepto de apoyo. Es necesario que rescatemos espacios, ofreciendo diversidad a nuestra escena. Respetando a nuestro gremio y a nuestro público. Creando apertura auditiva y hambre por más de lo nuevo. Formando un colectivo exigente y sediento de más y mejores cosas.
La Educación y el aprendizaje significativo, es el vehículo para Resistir a la mediocridad, al facilismo y al tiempo. Es lo que nos hace falta para tener una mejor escena electrónica y un mejor país.
Leo Fernández
Fundador de La Resistencia
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