Desde que el famoso botón Sync apareció en los distintos controladores y CDJs fue considerado una herejía para una gran parte del gremio de Djs. Esta «solución» al tradicional «beatmatching» de siempre, en el que había que mezclar y sincronizar dos canciones con nada más que tus oídos, haciendo el oficio puramente artesanal significó algo absurdo para los puristas; sin embargo, también fue una revolución para otros, quienes inspirados principalmente por figuras como Richie Hawtin o Chris Liebing –artistas que defienden el sabio uso de este botón- pueden ir más lejos que simplemente poner una canción y después otra.
En el ámbito profesional antes de la “Era Sync” muy pocos artistas se daban la tarea de mezclar a tres o cuatro platos, el que podía era un virtuoso y se ganaba por mérito propio un lugar en las lides de Djs del mundo. En este sentido, -hablemos sin rodeos- el oficio estaba reservado a los que tenían más habilidad, no solo técnica sino un oído que fuera capaz de resistir muchas de las incómodas cabinas donde puede haber literalmente una lucha sonora por la supremacía; concentrarse en lo que oyes en tu mixer simultáneamente con lo “turbio” del sonido de la pista donde el público baila puede ser una tortura por lo que tus niveles de volumen en “booth”, audífonos y el sonido propio del dancefloor deben encontrar un equilibrio confortable para que escuches todo lo mejor posible, para luego dominar la técnica de los platos/CDJ (cue-pitch) y la ecualización, un proceso que requiere bastante concentración y que no todos lo logran sin muchísima práctica.
Recordemos que el “cue” es cuando escuchas la pista a través de los audífonos, tomando como punto de referencia el “beat” o el lugar que se quiere introducir dentro del set; posteriormente se buscará “hacer coincidir” tu “cue” con la canción que está sonando al público, para esto te vales del pitch y de tu habilidad para adelantar o atrasar el disco/CD hasta que ambos tracks queden “iguales” en el ritmo. Ya las maniobras creativas estaban basadas en tu pericia con el crossfader, faders, algún scratching o la introducción de un esporádico efecto, acrobacias reservadas a los virtuosos que pudieran sincronizar a mano solo en segundos.
Un joven Francis Grasso, inventor del beatmatching
Ruptura del paradigma
Esta técnica que se popularizó con el nombre de “beatmatching” fue y es un arte en sí misma, presentada y perfeccionada por primera vez a finales de los años 60s, por el Dj de disco/soul neoyorkino Francis Grasso, quien revolucionó la manera de colocar música y hacer bailar a la gente, creando sesiones continuas sin los incómodos silencios entre canciones, generando una narrativa coherente y muy diferente a las sesiones fragmentadas que generalmente se escuchaban en las discotecas de la época.
Literalmente, extendió el uso de los clásicos audífonos tan representativos de la cultura Dj como parte del equipo esencial para mezclar cambiando para siempre el arte del djing. Cabe destacar que en un principio utilizaba los platos suizos Thorens, con muchas más limitaciones que los clásicos Technics SL – 1200 tan queridos en la actualidad.
David Mancuso también dominaba el beatmatching
La llegada del “beatmatching” fue una respuesta creativa a aquellas sesiones que carecían de largas atmósferas, y apareció de la necesidad de hacer mezclas dinámicas con una narración que evocara una clase de universo musical infinito, donde el audio era continuo. El Dj se convirtió en una especie de mago que tenía el poder de hacer que la música no se detuviera, algo que no ocurría cuando escuchabas a James Brown, ABBA o The Temptations en la habitación de tu casa, donde siempre tenías los silencios entre canciones y la necesidad de cambiar del lado A al B; así la magia del Dj estaba en las discotecas, una clase de entorno hedonista donde la música regía sobre las almas de quienes se aventurasen a rendirse ante la virtud de estos músicos del vinyl, era un viaje en el que el tiempo se dilataba y la música parecía no terminar jamás.
La manzana de la discordia…
Chris Liebing es un defensor del Sync
Podríamos interpretar que la aparición del Sync es una respuesta a las limitaciones que hoy se encontraron los Djs de principios del nuevo siglo. Muchos que dominaban con precisión absoluta las técnicas del beatmatching o scratching se encontraron con un muro que no les dejaba ir más lejos. Esta situación vista desde una perspectiva más benevolente que malévola dio paso a una cruzada tecnológica para encontrar un grial que pudiera romper las barreras. Se observó que los mundos entre la producción y el Dj estaban muy cerca, así se difuminó un poco la frontera en aras de que la creatividad no tuviera un callejón sin salida.
Lo cierto es que la historia nos ha demostrado que si bien la energía nuclear tiene usos muy beneficiosos, también posee una fuerza masivamente destructiva, por lo que se podría pensar que no estamos aún preparados para la energía nuclear. Lo mismo puede ocurrir con el famoso botón Sync, es una navaja de doble filo y lo que surgió como una solución en función de la evolución, madurez o construcción de sets más completos o complejos, resultó en ser más una morisqueta, una burla, una infamia que revela que gran parte del mundo no estaba preparada todavía para este atajo.
The Chemical Brothers
Algo que llama mucho la atención, es que si retrocedemos a la edad dorada de la música electrónica en los años 90s, la mayoría de los productores o bandas electrónicas sincronizaban sus samplers y sintetizadores con la tarea de subir, bajar o apagar los faders de su consola para ir “narrando”, asimismo se valían de efectos y de su pericia a la hora de estar atento con 64 canales, todo perfectamente en sincronía.
El Sync estuvo presente desde hace bastantes años. Que haya hecho su incursión en el mundo del disc-jockey puede ser cuestionable, pero para aquellos que se formaron desde las raíces y lo artesanal podrían percibir los nuevos retos que aparecen.
La ecualización que para muchos era algo secundario toma un papel primordial, donde la sutileza está reservada a los más sensibles, y la posibilidad de crear al vuelo algo nuevo a partir de tus propias creaciones podría ser muy atractivo para dibujar todo un panorama muy diferente a cómo se hacía en las pasadas décadas de los 60, 70, 80, 90; si no tienes talento o no te esfuerzas las sesiones podrían resultar frías y carentes de groove.
En pocas palabras, al parecer el Sync está más que justificado, pero toda arma hecha en virtud por la paz podría caer en manos equivocadas con todo y lo que eso implica.
Las consecuencias, opiniones, defensores o detractores descargan declaraciones que satanizan o beatifican al botón; es curioso, su uso para Djs de renombre es respetado, (obviamente estos Djs cuadran temas sin Sync en tiempo récord) pero para las nuevas generaciones trae mucha cola, pérdida de prestigio, irrespeto, mucha comezón y conflictos que ponen a dudar a más de uno si continuar la senda del Dj o abandonarla, ya que la disciplina sufrió lo que el productor estadounidense Brian Transeau mejor conocido como BT llama acertadamente la “Mcdonalización” del oficio, tomando en cuenta además que la música electrónica se enfrenta a una suerte de mutación pop.
El debate no parece tener fin, te dejamos a continuación un manifiesto seleccionado como artículo en Hispasonic con algunos argumentos que justifican según su autor el deseo por la desaparición de esta herramienta:
Puede parecer un debate anacrónico a estas alturas, pero en mi opinión, es justo ahora cuando, después de varios años de uso (y abuso) del Sync por los Djs de música electrónica, se está notando un estancamiento generalizado en cuanto a qué es lo que se ofrece en una actuación de Dj de estas características.
Por supuesto, lo más importante en una actuación de Dj siempre será la selección musical. Sin embargo, no es el único factor a valorar, y existen ingredientes adicionales que pueden mejorar sustancialmente la experiencia del público, lo cual repercute en una mayor demanda de eventos de este tipo.
Al final, en todo negocio se intenta maximizar la experiencia positiva del cliente para asegurar que seguirá consumiendo el producto o servicio que sea. Y cuando se trata de maximizar experiencias positivas, todo elemento cuenta.
Imaginemos que, gracias a los avances tecnológicos, se desarrolla un tipo de moto de competición que conduce sola realizando recorridos siempre perfectos y en la que el piloto lo único que tiene que hacer es pisar el acelerador. El resultado sería un espectáculo bello por su pefección pero carente de toda emoción y por tanto aburrido; o al menos no lo suficientemente motivante para visualizar una y otra vez durante horas.
Evidentemente, no es el mismo caso que una actuación de Dj ya que en las carreras de motos el espectáculo reside precisamente en la habilidad del piloto, mientras que una actuación de Dj el elemento fundamental es la música. Sin embargo, no es el único y la emoción que produce un trabajo artesanal a la hora de desarrollar las sesiones añade ingredientes emocionales adicionales.
Renunciar a este ingrediente emocional ha supuesto una pérdida en la experiencia. Las sesiones se sienten más frías e impersonales.
Con el uso del Sync, se produce una desconexión de la mente del Dj respecto de la mezcla de temas que se está realizando. Se deja en manos de un algoritmo informático lo que antes era un trabajo orgánico realizado por un ser humano. El resultado es perfección pero también frialdad.
Si comparáis sesiones de Techno de los años 2000 y previos a las de la actualidad, probablemente la mayoría notéis dicha desconexión. Notaréis una diferencia en cuanto al mensaje subliminal y subjetivo que transmiten las mezclas de temas. Y menciono concretamente al Techno ya que otros estilos dependen más de la música que de la mezcla en sí misma.
Cuando los ordenadores irrumpieron en las cabinas ofreciendo la posibilidad de sincronizar automáticamente las mezclas, muchos pensamos (y me incluyo) que el sacrificio de ese elemento orgánico se compensaría con el amplio abanico de posibilidades que se abría con los medios digitales: remezclas en vivo, uso de instrumentos… en definitiva, que el Dj se transformaría más en músico y menos en simple selector y mezclador de temas.
La realidad es que ha servido para todo lo contrario. En lugar de fomentar la creatividad y nuevas áreas de trabajo, la pereza se ha instalado y ahora se trabajan las sesiones menos que nunca. Además se ha devaluado el oficio de Dj aún más, ya que cualquiera puede realizar sesiones sin invertir ni un minuto de su tiempo a educar a su oído para poder mezclar en situaciones de directo (con niveles de reverberación y volumen altos).
Yo he llegado a detectar en la nueva generación de Djs como muchos de ellos ni siquiera saben cómo se realiza correctamente una preescucha por auriculares, ya que el proceso de cueing, regulación de ganancias, y mezcla de fase y velocidad de reproducción está totalmente automatizado.
Por tanto y para terminar el tocho de texto, reivindico una vuelta a la mezcla tradicional y a que todo Dj que se precie a llamarse a sí mismo Dj reniegue del uso del Sync, excepto si la situación está totalmente justificada por el uso de elementos adicionales que transformen su sesión más en un Live que una actuación de Dj».
Nacor Carmona Blanco
Por: V1dika
Gracias por compartir!
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