Texto: Cherry Adam
El festival, que tuvo lugar en el barrio de Neukölln, en Berlín, del 31 de agosto al 02 de septiembre, reunió a grandes artistas de la escena actual. Tres días en los que músicos, periodistas, creadores y cineastas, compartieron experiencias junto a un público ávido de cultura y música.
Lo multidisciplinar y el espacio público como entes de interacción. El intercambio entre artistas y público, la experiencia de ciudad, de lo musical y de lo teórico, como parte del concepto de un festival, que sin hacer derroches, nos invitó a disfrutar de tres días plenos de cultura, de música, de cine, de Berlín. La experiencia se inició el martes 30 de agosto, en un grandioso espacio como el teatro Admiralspalast, con la presentación de Mogwai y su disco «Atomic», banda sonora del documental “Atomic: Living in Dream and Promise” del director Mark Cousins, que desde un punto de vista experimental intenta explicar el legado del bombardeo a Hiroshima.
Desmitificar la figura de artista y convertirlo en un ser humano cuya única diferencia con el espectador, es que el primero vive para crear y el segundo consume esa creación. El mismo ser humano que, sin presunciones, te habla sobre cómo produjo la música de una película, cómo su música pretende formar parte del discurso político del siglo XXI, o cómo se puede abordar el sonido y el silencio con tan solo palabras. Desde talleres, pasando por conferencias y finalizando con conciertos y DJ sets, hemos experimentado tres días riquísimos; hemos descubierto la grandiosidad de la música hecha desde el alma, donde se enaltecen las raíces, que mueve las fibras más puras. Pudimos hablar de tú a tú con Angus (de Liars), o felicitar a Matthew (Herbert) por su grandiosa lectura, o simplemente inspirarnos con la música de Imarhan.
El miércoles 31 fue la presentación oficial del film 1/1 de Jeremy Phillips, que cuenta la historia de Lissa, una joven de 20 años que vive en un suburbio lúgubre de Pensilvania, EEUU, y que sufre de una depresión severa luego del suicidio de su padre. Minutos antes de la película, se dio un intercambio entre Phillips y dos de los miembros de Liars, Angus y Aaron, autores de la banda sonora del film. Durante casi una hora de conversación, los asistentes pudimos conocer con más detalles cómo se produjo la música del film (Angus y Aaron pasaron una semana en una casa a las afueras de Copenhagen produciendo la música), así como la comodidad y sintonía casi instantánea entre el director y los músicos. Phillips se confesó gran fan de la agrupación y reveló que el tema “No. 1 Against The Rush” (del álbum WIXIW, del 2012), sirvió de inspiración para escribir la película.
Esa misma noche, las agrupaciones Girls Names, Nancy Pants, y Frankie Cosmos, por nombrar algunas, se presentaron en las salas Heimathafen y Keller, dos de las cinco locaciones donde tendrían lugar los eventos del festival. Uno de los proyectos que ansiaba ver este día era Cat’s Eyes, banda liderada por Faris Badwan (cantante de The Horrors) y la soprano Rachel Zeffira. Aunque la idea en álbum, y como gestores de grandiosas bandas sonoras como la que produjeron para el film The Duke of Burgundy, resultan un curriculum más que prometedor, el directo se queda un poco corto. Rachel en ocasiones pierde el tono y se torna nerviosa, el batería parece disipado y no alineado y este día Faris se notaba ausente y con poca intención de dar lo mejor de sí.
Igualmente muy orgullosa de tener mi foto en el perfil de la banda, como recuerdo de su paso por el festival.
El jueves, después de calentar motores y organizar horarios, me sumerjo por completo en la experiencia festivalera con la gran sorpresa que supuso la presentación de Imarhan (cuyo significado en castellano es algo como “aquellos que me importan”). El proyecto musical de Sadam, primo de uno de los miembros de Tinariwen, trajo la fiesta y la pasión de la llamada “tuareg music”: Algeria, África y la costa mediterránea, representados y brillando; llenos de energía y con una pasión que inspiró hasta al teutón más serio y reservado. Una experiencia indescriptible y digna de repetirse.
Seguidamente, en el Heimathafen, tocó el turno de la cantante Eska, proveniente del Reino Unido. Aunque su voz y su carisma eran los protagonistas indiscutibles, la ausencia de un estilo claro en relación a su propuesta musical hizo mellas en mi interés. De enamorar a la audiencia con un soul sentido y profundo, acompañado de movimientos sensuales, pasó a cantar reggae y luego pop. Como estrella buscando su identidad, creo que Eska pierde brillo y poder.
Aunque definitivamente es una artista a la que hay que mantener en el radar porque su futuro es más que prometedor. Después de la oferta musical, y esperando la presentación de Liars, quienes interpretarían la banda sonora de 1/1 en directo en Schwuz, pasé por el «Passage Kino», pequeño cine de pelis indie, para disfrutar de dos conferencias: En primer lugar tocó el turno de Ryan Mahan (bajista de la agrupación Algiers) y el periodista musical, Josh Hall, quienes conversaron sobre el horror y el colonialismo: el gran monstruo capitalista y la necesidad de música y movimientos artísticos con un discurso político que busque desestabilizar al status quo.
Una conversación gustosa e interesante y que dejó entrever una filosofía y una postura ideológica clara y muy bien argumentada de parte del integrante de Algiers. Esto dio paso a Matthew Herbert y su lectura, que podría definirse más claramente como un performance. El productor ha venido desarrollando, desde hace algunos años, proyectos que se desvinculan de su lado más comercial y, para esta ocasión, decidió leer dos capítulos de su próximo libro: El primero trataba sobre el sonido (pero sin sonido), los asistentes debíamos imaginar cada escena descrita en nuestras cabezas; y el segundo, era sobre el silencio.
El viernes era el turno de los pesos pesados: The KVB, Zola Jesus, Thurston Moore, los tres formaban la alineación ofrecida por Keller. Más abajo, en el Heimathafen, tocaría el turno del nuevo proyecto de Anika, Exploded View; el debut de Malcom Middleton (cantanta de Arab Strap), y la presentación de lo que resultaría la banda revelación, y la favorita de los asistentes: Algiers. La agrupación fue firmada por Matador Records en el 2015 y han girado durante un año con su álbum debut (y homónimo). Sus integrantes viven entre Londres y Nueva York; su baterista es el legendario Matt Tong (Bloc Party) y su música es definida como post-punk y soul.
El directo de Algiers es intenso, envolvente y poderoso. Una de las mejores bandas del festival, sin duda. El cierre de esta cita fue en el reconocido club Schwuz, del barrio de Neukölln, casa de las fiestas LGBT más grandes de Berlín. La noche estuvo enmarcada por los sonidos de Zebra Kats, el poeta y rapero firmado por el sello de Diplo, Mad Decent, en 2012, y que posteriormente decidió asumir la independencia de la mano de su propia discográfica ZFK Records. El DJ Set de Valerie Trebeljahr, integrante de aquella hermosísima banda de dream pop, Lali Puna, y el variopinto DJ Set de Al English, melómano empedernido y manager de Liars y Algiers.
De lo bueno, poco. Así podríamos definir estos tres días y esta experiencia en la capital alemana. Y, sin lugar a vacilaciones, esta iniciativa debería formar parte del programa cultural de cualquier ciudad del mundo: un evento que permite reconciliarnos con los espacios urbanos, que nos permite convivir con nuestros vecinos, y que además, nos permite ayudar al pequeño comercio, a disfrutar de la plaza, a recorrer calles, mientras nos llenamos de una energía musical y artística que nos inspira y que nos invita a crear.
Un festival sin pretensiones pero grandioso, lleno de pasión y de un verdadero amor por la música y por el placer de compartirla. Esperamos poder formar parte de su edición 2017 e invitamos a todos aquellos que tengan la oportunidad de venir, que no se pierdan este encuentro.
Gracias por compartir!
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